Afrontar las injusticias

¿Quién no ha sufrido algún tipo de injusticia en la vida? Las injusticias duelen, es cierto... pero debemos aprender a convivir con ellas. 

Ahora bien, tenemos una errada tendencia a evaluar muchas cosas que nos ocurren en términos de justicia, como si la realización personal o la felicidad de cada uno pudieran medirse en nuestra percepción de los hechos justos e injustos que nos acontecen: "Es injusto que me hablen así cuando yo les hablo bien", "no es justo que me hayan reemplazado por esa persona". 

"La trampa de la justicia" es un término acuñado por los psicólogos y ocurre cuando juzgamos como injustas las cosas que no coinciden con nuestras creencias, acciones y expectativas o con nuestros deseos personales, y causa que nos frustremos o que vivamos infelices porque los otros o las cosas no son justas. 

Pero no solo eso; nos molestamos con los demás por no ser como nosotros, nos da envidia que los demás logren cosas cuando se esfuerzan menos que nosotros, respondemos con venganza a las acciones de otros aunque fueran sin querer, porque las sentimos injustas...

La trampa de la justicia es un gran problema porque se basa en modos idealistas de ver al mundo, que no es perfecto; estos ideales difícilmente se cumplirán. 

Por eso, es importante comprender varias cosas:  

▫️La justicia es un concepto subjetivo y varía de una persona a otra. Lo que una persona considera justo, otra puede no verlo de la misma manera. Los demás no son iguales a nosotros. Si esperamos que los otros nos traten igual, que sean igual de capaces/pacientes/amables que nosotros, estaremos perdiendo el tiempo. No todo el mundo se rige por las mismas reglas. El trasfondo cultural y religioso, la formación familiar, la educación y las experiencias vitales se combinan para ayudar a formar un marco mental denominado "el mundo según yo". Estas reglas suelen basarse en prejuicios y opiniones personales sobre lo que creemos que está bien y lo que está mal. Actúamos, entonces, como si estas reglas fueran inamovibles, cuando en realidad difieren de una persona a otra. 

▫️Hay que diferenciar lo que queremos de lo que nos parece injusto. Desear algo con todas nuestras fuerzas no hace más posible que lo tengamos. Esta realidad tendría ciertas implicaciones en nuestro diálogo interior, convendría, por tanto, cambiar el "es una injusticia" por "es una pena " o por un "yo lo preferiría".

▫️Muchos aspectos de la vida están fuera de nuestro control. La creencia en una justicia constante implica un control absoluto sobre las circunstancias, lo cual no es posible. Aceptar que algunas cosas están fuera de nuestro control puede ser más saludable.

▫️Imaginemos que la vida es como un juego de cartas. No siempre recibimos las cartas que deseamos, y a veces, otras personas parecen tener una mano mejor que la nuestra. Esperar que cada jugador reciba exactamente las mismas cartas y oportunidades en cada mano es irreal. Lo importante no es la mano que nos toca, sino cómo jugamos nuestras cartas. Aceptar que la distribución no siempre será justa (a nuestro parecer), pero que podemos influir en el resultado con nuestras decisiones y estrategias, es una perspectiva más realista y saludable.

▫️No podemos estar buscando la equidad en nuestras relaciones con los demás. Si elegimos portarnos bien con alguien y ser generosos, no podemos frustrarnos reiteradamente cuando los demás no actúan como nos gustaría. Cuando buscamos ese reparto equitativo de "yo te doy" y "tú me debes dar" nos estamos perdiendo del camino. Si elegimos ser generosos tenemos que tener en cuenta que es una elección personal, y que es nuestra responsabilidad el decidir cambiar nuestra actitud con dicha persona o seguir siendo como somos.     

▫️Por último, es necesario señalar que para poder salir de la esclavitud de la injusticia percibida sólo podemos hacerlo si recuperamos el protagonismo de nuestra vida y dejamos de compararnos todo el tiempo con los demás. 

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