Carta a Kalilita

Mi amada Kalilita,
Quiero decirte que aquí estoy, más fuerte y sabia gracias a ti. Te he pensado con mucho cariño y admiración porque, aunque a veces no lo sentías, dentro de ti siempre hubo una luz especial, una capacidad para imaginar, aprender y crecer.
Sé que fue difícil vivir con críticas y comparaciones. Esas palabras no definieron tu verdadero valor ni tu inteligencia, porque eres mucho más que opiniones ajenas. La timidez no es debilidad; es un reflejo de tu profunda sensibilidad, una cualidad que te permite conectar con los demás de formas que no todos logran.
La partida de papá dejó un vacío, y quiero que sepas que no fue tu culpa. Nada de lo que ocurrió tuvo que ver contigo. Tú eres una niña llena de amor, merecedora de todo lo bello que la vida puede ofrecer. Si hoy puedo enfrentar retos con fuerza, es porque tú, con valentía, llevaste esa carga en tus pequeños hombros.
Quiero agradecerte por nunca rendirte. Hoy soy testimonio de tu resistencia. He aprendido que nuestras heridas pueden transformarse en raíces que nos anclan y nos ayudan a florecer. Gracias por creer, a pesar de todo, en posibilidades más grandes para nuestra vida.
Prometo cuidar de ti, darte el amor, la paciencia y la seguridad que a veces faltaron. Juntas seguiremos escribiendo nuestra historia, una llena de paz, sueños y alegría. Nunca olvides que, incluso en esos días en los que te sentiste sola, siempre fuiste suficiente, siempre valiosa, y siempre merecedora de amor.
Con todo mi amor,
Kalila